Las Fiestas Patrias se acercaban y Jorge Valdivia aprovechaba los tímidos días de sol para vestirse de manera veraniega. Se nota que le gusta el sol al Mago. Ve mucho fútbol, con énfasis en el brasileño, que conoció de su paso por Palmeiras.

Se sienta y se apronta para una conversación que durará una hora.

-¿Cómo ha vivido el retiro?

Fue una decisión difícil, porque no me pilló en un momento malo, fue una decisión pensada. En ese minuto fue en caliente, en el sentido de que cuando me voy a Necaxa me había preparado mucho. Entrené, me cuidé, llegué a un club que tenía las instalaciones adecuadas, con un entrenador que me conocía (Pablo Guede). El problema fue que en la medida que fueron pasando los partidos había algo más. Los dirigentes peleados con Pablo, que es un entrenador muy exigente, que trabaja bien, pero esa exigencia necesita resultados. Entonces, cada vez que el equipo no jugaba bien o perdía, inmediatamente Pablo y yo éramos los responsables. Ahí me fui decepcionando, después me dio Covid, echan a Pablo y cuando lo sacan me llaman y me dicen que el entrenador que llegaba había pedido que no siguiera, por mi cercanía y porque el entrenador anterior me llevó. Ahí dije "chuta, ¿necesito pasar por todo esto?". Entendía que la preparación que había hecho requiere de mucho profesionalismo, dedicación y creo que no estaba dispuesto a esa dedicación, esos cuidados, para tan poco resultado. Por ejemplo, que viniera un entrenador y me dijera vas a jugar los últimos 20 minutos. Para eso no estaba preparado. Ahí dije "ya está, hasta aquí llego, no juego más". Era algo que en algún minuto tenía que llegar y me tomó bien.

-¿El mejor Valdivia?

Son dos periodos. Uno en Colo Colo, 2006, y después en Palmeiras, entre 2006 y 2008. Creo que esos fueron los mejores, porque estaba con todo físicamente, era joven, rebelde, jugaba con alegría.

Después, un momento que se acerca, es mi vuelta a Colo Colo con Pablo (2017). Tuve una buena temporada, alcancé a jugar una Libertadores, tuve buenos partidos, pero me quedo con esos dos.


-¿Cuánto lo favoreció y cuánto le afectó la rebeldía?

Era rebelde en la cancha en el sentido de que no estaba muy preocupado de cuestiones tácticas, yo jugaba nomas, como un niño o en el barrio, sentía el fútbol así. Siempre sentí el fútbol de una manera distinta, no tan cuadrada y eso hizo que los hinchas en Brasil sintieran un cariño hacia mí, no solo por la forma que jugaba, sino también por mi personalidad.

Me acompañaba la juventud y la confianza. Después, cuando vas creciendo y madurando, empiezas a entender cuestiones más tácticas, pero también me traicionó la rebeldía. No cuidarme bien, no descansar, no alimentarme bien. Yo sabía que el fin de semana igual iba a jugar e iba a ser el mejor. Quizás si en esa época hubiese sido consciente de que debía ser un poquito más profesional, hubiese tenido una mejor carrera.

-¿Por qué no fue a Europa en ese momento? A usted le alcanzaba de sobra para la primera división española, por ejemplo.

Siempre tuve las ganas de ir a España. Fui chico (Rayo Vallecano), pero no estaba preparado, a un equipo con muchos problemas. Igual no te facilita la pega que los dueños del club estuvieran demandados por estafa. Todo sumó para que no tuviese un buen desempeño. Me hubiese encantado haber ido a un equipo mejor y consolidarme. Me imagino que me faltó un buen representante, alguien que se la jugara.

Hoy en día uno ve muchos jugadores que uno dice no creo que esté para cierta liga y aparecen jugando y claro, los representantes hacen magia.

-¿Cómo impacta en su carrera Marcelo Bielsa?

La primera vez que fui al proceso de Bielsa fue en un partido amistoso en Turquía. Ese primer día uno de los que me vino a hablar fue (Daniel) Morón, que me dijo que tuviera cuidado, porque la manera de entrenar y el ambiente no era de jugarreta, pero súper en buena onda, porque a Morón lo conocía de Colo Colo. Trabajé con él, (Ricardo) Dabrowski y (Raúl) Ormeño. Me dio unos consejos. Yo venía de una suspensión larga. El impacto que tuvo Bielsa todos lo sabemos y nosotros, los que estuvimos en ese minuto, tuvimos la suerte de tenerlo.

-¿Le abrió la cabeza?

En ese minuto no, porque todavía tenía un poco de esa rebeldía que te comentaba, de no respetar las cuestiones tácticas. Bielsa era un entrenador que te exigía el respeto por lo táctico. Él te decía no tiene que ser mecanizado, sino que tiene que entender por qué lo está haciendo. Eso, con el tiempo, me ayudó a mejorar ciertas cosas desde lo futbolístico - grupal, no tan solo de lo individual. La manera en cómo marcar, cómo aprovechar los espacios, dónde generar los espacios.

Mi fútbol siempre fue de habilitar, de la asistencia, del último toque, siempre lo tuve. Con él le agregué otras cosas, el sistema táctico, el saber que también podía defender. Físicamente me mejoró mucho, porque los entrenamientos con él eran muy intensos.

-Lo que acaba de decir es muy importante. Entender el porqué.

Esa fue la ventaja que tuvo esta selección, que entendía no desde lo visual, no desde el computador, sino que desde lo que podíamos hacer dentro de la cancha. Lo teórico se transformó después en algo súper natural. Nosotros entrenábamos y decíamos “esto, ¿cuándo lo vamos a hacer?” y después, cuando veíamos los videos, era lo mismo que hacíamos en los entrenamientos. Eso era lo que Bielsa te pedía, que no fuera algo visto en un Ipad, sino que entendiéramos por qué lo estábamos haciendo y el para qué. En esa selección todos mejoraron individual y colectivamente, porque después, uno iba a los equipos y les exigía a los otros a hacer cosas que uno hacía en la selección.

-Jugar un Mundial es lo máximo para un futbolista.
¿Qué le pasó cuando fue a Sudáfrica 2010?

Previo al Mundial no lo resaltamos tanto, cuando clasificamos sí. Sabíamos que habíamos conseguido algo muy importante, pero por el hecho de ser todos jóvenes, pensábamos que ir a un Mundial era estar jugando con los amigos, partidos de clasificatorias. Cada profesional que va logrando cosas, con el tiempo, se da cuenta de lo que logró. Ahora, cuando entras a la cancha, te toca cantar el himno nacional lejos, eso ya te hizo hervir la sangre. Fue algo súper emocionante, creo que solo ahí todos nos dimos cuenta en dónde estábamos. Hasta el minuto era todo nuevo, imagínate, unos pendejos de 20, 21, 22, 23 años, que estuvieran en una Copa del Mundo. Uno sabía que al Mundial iban las mejores selecciones, los mejores jugadores, pero después nos dimos cuenta de que éramos nosotros los que estábamos ahí. Lo único malo fue que se jugó en Sudáfrica, un país no tan futbolizado. El Mundial estuvo muy desorganizado. Si hubiese sido nuestro primer Mundial, en un país donde se respire fútbol, se hubiera sentido lo que estábamos haciendo.

-Se va Bielsa y llega Claudio Borghi. ¿Por qué no le va bien? ¿Ustedes se habían convencido de una sola manera de jugar?

Sí. Con Bielsa trabajábamos específico, pelota detenida, salida, los centrales trabajaban separados de la línea ofensiva. Eran entrenamientos divididos, cortos, intensos, entonces eran muchos conceptos que tuvimos por muchos años con un entrenador que nos hizo crecer a todos y el equipo en general se adaptó. Creó esa exigencia interna. Cuando viene Borghi -lo tuve en Colo Colo- era distinto. No trabajaba los balones detenidos, los entrenamientos eran más o menos siempre los mismos, tenía un buen preparador físico (Hernán Torres), que tenía bien a los jugadores físicamente, pero costó mucho, por lo mismo. Nosotros pedíamos entrenar de la misma manera que estábamos acostumbrados con Bielsa, pero claro, entendíamos que el Bichi te pedía otras cosas. Se jugaba distinto.

Después vinieron los problemas que todos sabemos, entonces fue un momento difícil para él, porque vino después de un proceso que había sido exitoso. Eso, generalmente, te lleva a la comparación. Y cuando tú haces las comparaciones, es mejor no hacerlo, porque desde la manera en cómo entrenas hasta la manera cómo te miraban las otras selecciones ya es distinto.

-¿Cómo afectó en su carrera el Puerto Ordazo y el Bautizazo? En esta última se quebró una relación importante. Borghi lo conocía de chico, Hernán Torres, el preparador físico, es padrino de uno de sus hijos. ¿Se arrepiente de algo?

Siempre me he hecho cargo de las cosas que hice.

Ahora, cuando yo digo, en Venezuela pasaron muchas cosas y lo he dicho, y que salieron en la prensa, (aclaré) esto no pasó, esto otro sí pasó. Y siempre lo resalto y lo digo, me acuerdo perfectamente. Estaba sentado en el hotel de concentración y aparece Canal 13 entrevistando a la mujer que había hecho el reclamo en la recepción, pero resulta que, a los meses después, aparece el diario La Tercera diciendo “entrevistamos a la verdadera mujer del Puerto Ordazo”. Entonces yo sentí que nadie hizo la relación: ¿Canal 13, a quién entrevistó?, porque si La Tercera dice que entrevistó a la verdadera, a quién entrevistó Canal 13. ¿Qué hizo Canal 13? Uno de los dos estaba mintiendo. Se inventaron muchas cosas. Se dijo que nosotros habíamos estado bailando en el desayuno.

Se dijo que habíamos llegado casi sin ropa al desayuno, que rompimos o quebramos muchas cosas en las habitaciones, cosa que es mentira. Entonces se dijeron muchas cosas que hacían más atractiva la noticia y en ese minuto, del lado que yo estaba, del jugador, daba mucha rabia por todo lo que se decía, por las mentiras que se dijeron. En el desayuno éramos los que todos ya saben (Reinaldo Navia, Rodrigo Tello, Jorge Vargas, Álvaro Ormeño, Pablo Contreras), pero lo que detonó el problema no fue la mermelada, no fue el queso, si no que uno de los que estaba en ese momento ahí dijo algo que a la mujer que estaba no le pareció y fue y lo denunció. Y ahí es donde se genera todo lo que viene después, pero sin duda que mirando para atrás es un error. No debimos haber bajado a tomar desayuno a las 6:00, 6:30 de la mañana, habiendo tomado quizás un vino, una cerveza, porque después todo lo que pasó en ese desayuno detonó en las suspensiones, en todo lo que mediáticamente se habló y en eso siempre me he hecho responsable y me hago cargo, pero de lo que detonó la molestia y la denuncia de esta garzona, eso sí que no.

-Después viene el Bautizazo.

Sí, el bautizo de mi hijo, donde teníamos permiso.

Nos castigaron por haber llegado una hora y media después. Yo avisé y pregunté al Nano (Hernán Torres) si podía llegar un poco más tarde y él me dijo que no, que mejor nos viniéramos al tiro. El tema es que llegamos tarde, no llegamos haciendo escándalo, pero sí, (por) el hecho de haber llegado tarde, al Bichi le creció el corazón y nos terminó echando a todos. Lo que a nosotros nos molestó fueron las declaraciones posteriores a la suspensión. Entendíamos que estábamos bien suspendidos, que habíamos quebrado una orden o lo que se nos pidió. Pero, lo que a nosotros nos molestó más fueron las declaraciones del Bichi al otro día, cuando dijo que no hubiese podido dormir tranquilo si no hizo lo que hizo. Eso lo encontramos injusto, porque entendimos que nosotros nos conocemos todos. A Claudio lo conozco de 2000, cuando fue ayudante del “Guagua” (Roberto) Hernández, entonces que un entrenador venga y nos diga que hizo lo correcto, dando a entender que las indisciplinas no iban con él. Eso fue lo que nos molestó.

-En síntesis, ustedes se “comían” el castigo tranquilos, pero las declaraciones fueron las que los molestaron.

Claroooo. El castigo está bien. Se nos dijo lleguen a las 9:00 y llegamos a las 10:30, está bien. Nos castigaban y no pasaba nada. Como también se castigó después a Gary (Medel) y (Eduardo) Vargas por llegar tarde a un entrenamiento, pero no se generó el revuelo que se genera después por las declaraciones de él.

Eso es lo que molestó. A mí me tocó, porque él me conoce y yo lo conozco, entonces no puede venir a decirme -y yo se lo dije al Nano- que nos conocemos todos hace mucho tiempo como para que alguien me diga “oye, es que reaccioné porque yo no tolero la indisciplina”.

-Después asume Jorge Sampaoli. ¿Qué les dio?

Él vuelve a lo que esos jugadores necesitaban.

Volvió a enseñarnos, a darnos indicaciones, volvió a darnos conceptos, venía de un proceso exitoso en la U, donde hizo crecer a muchos jugadores, donde fue campeón de la Copa Sudamericana, donde conquistó muchos títulos en Chile. Fue un entrenador, y es un entrenador, muy importante para la historia del fútbol chileno. Era muy parecido a las exigencias que teníamos con Bielsa. Creo que eso ayudó. Además, que se encontró con un grupo extraordinario. Todos estaban en Europa o fuera de Chile. Él tuvo suerte de encontrarse con esos jugadores de élite y nosotros de tenerlo a él como entrenador. Aprendimos, crecimos mucho. Los resultados están a la vista.

-Usted fue un jugador de pocos goles, pero anotó en el debut con Australia en Brasil 2014. ¿Cómo lo vivió?

Si (Eugenio) Mena está un poquito más adelante, le doy el pase. Lo tuve en la cabeza. Pateé al arco pensando en darle el pase al “Chueco”, que lo había visto que venía, pero sentía que estaba muy lejos. El lateral medio que cerró en ese minuto e iba a llegar a esa pelota si yo le daba el pase a Eugenio. Por eso termino rematando al arco, medio que sin confianza y sin determinación, pero sí sabía dónde la tenía que poner. Terminó en gol. Lo primero que uno piensa es en los hijos, la familia, porque en ese minuto estaban en Chile y me hubiera gustado que estuvieran conmigo.

Pensé mucho en la gente que fue ese día al estadio.

-¿Su balance de los dos mundiales que jugó?

En Sudáfrica fui mucho más protagonista que en Brasil, porque en el primero jugué todos los partidos.

El segundo empecé bien, con el gol, pero después Sampaoli me fue quitando la chance de jugar, pero también responde al nivel de los que estaban jugando, que era extraordinario. Con España, para mí, es uno de los mejores partidos en la historia de la selección chilena, ganándole al último campeón del mundo, con un Maracaná hermoso. Con Holanda juego poco y en la eliminación no jugué. En uno tengo el gol y en el otro los minutos jugados.

-En 2015 viene la Copa América y es el primer título a nivel de selecciones. ¿A ustedes, como grupo, les molesta que se diga que hubo intervención de Sergio Jadue para que pudieran ser campeones?

Los chilenos somos masoquistas, uno gana y al tiro “no, es que ganó por esto; no, es que hizo trampa”. Es cosa de recordar cuando el “Chino” Ríos fue N°1 y a la semana estaba siendo criticado. Es parte de nuestra idiosincrasia. Uno recibe cariño, felicitaciones, pero también lo otro. También entendíamos que nada de eso nos podía afectar. Era una selección muy madura, que estuvo a nada de dejar fuera del Mundial a Brasil, el dueño de casa. Entendíamos que era el torneo donde teníamos que consagrar a esa generación, donde tenía que ser recordada. Creo que se fue dando solo, automáticamente, no fue forzado, éramos los mismos que habíamos estado en el Mundial, se le deben haber sumado cuatro o cinco jugadores, pero nada de lo externo nos afectaba. Nos sirvió mucho que la Copa se jugara en Chile, porque teníamos el lugar de concentración, la familia nos iba a visitar a “Pinto Durán”, no tuvimos tantas desconcentraciones, no teníamos que salir a entrenar o a dormir, jugamos todos los partidos en el Nacional, porque terminamos primeros en el grupo. A lo externo, ni atención le dimos.

-¿Los mejores partidos?

Fueron todos buenos, pero uno se queda con el de Perú y Uruguay, más emocionantes. Si hablamos de emoción, el de Uruguay está en el top One y después le sigue Perú. Hicimos muy buenos partidos, jugamos bien con Ecuador, México -que no le pudimos ganar-, con Bolivia ni que decir. Con Perú fue un partido estresante, de ida y vuelta, donde los peruanos se jugaron la vida. Tuvo de todo: goles, expulsiones, reclamos, emoción, autogol. Si agarro los dos más emocionantes, sacando el de la final, es Perú y Uruguay.

-¿Cómo vio a Mauricio Isla, quien hace el gol a los charrúas?

Cuando viene el centro de la izquierda del “Chueco”

Mena y saltan a cabecear (Mauricio) Pinilla y (Arturo) Vidal y la termina rechazando (Fernando) Muslera, yo sabía que tenía que controlarla y que el ”Huaso” estaba al lado mío. Controlo y toco para el lado. El del “Huaso” Isla nunca lo he considerado una asistencia, porque es un pase lateral. El que se lleva los méritos es el “Huasito”, porque él controla y después le pega con los 15 millones de chilenos que estaban pendientes en el estadio, en la televisión, en la radio. No fue solo Isla el que le pegó a esa pelota. Creo que si le pegaba de primera no termina en gol. El toque hacia adelante marca la diferencia para que terminara en gol.

-Jean Beausejour contaba que ustedes tenían tal confianza que el día previo a la final llamaron a Mauricio Valenzuela, su representante, para que arrendara un carrito de completos para celebrar después del partido con la familia. ¿Ese era el nivel de confianza que tenían?

Sí, pero los partidos se juegan. Es que todo lo que se hablaba externo nunca nos afectó. Incluso, cuando pasa el accidente de Arturo, desde lo futbolístico nunca nos afectó, porque teníamos a Sampaoli, que rápidamente ordenaba las piezas dentro de la cancha. Quizás pudo quebrar el camarín, pero sirvió mucho lo que nos había pasado a nosotros (Bautizazo), donde nos echaron, castigaron y suspendieron. El castigo mediático es mucho más doloroso que el castigo que te pueda dar la federación.

Nos llevábamos muy bien, pero eso fue un día en que el camarín pasó a cerrar filas. Eso sí, ese no fue el detonante para que ganáramos la Copa. El detonante fue la confianza, el fútbol, los jugadores, que pasábamos por un momento individual y colectivo extraordinario.

Uno dice arrienda esto o lo otro, porque vamos a ser campeones, porque se tiene confianza y cree que va a pasar, pero sigue siendo fútbol.

-¿Qué les pareció a ustedes, como plantel, que Sampaoli dijera que el grupo era ingobernable?

Siempre voy a ser un agradecido de Sampaoli, porque él me lleva de vuelta a la selección. Lo mismo de Bielsa.

Aprendí mucho con Sampaoli. Ambos entrenadores me hicieron ser mejor. Con Sampaoli tenía mucha confianza, una relación muy cercana. Cuando hablo del Sampaoli entrenador no tengo nada negativo que decir, al contrario, todo positivo. Usar, en ese minuto, un medio que él tenía aislado, para un beneficio personal, eso consideré que no (correspondía). El camarín él lo conocía de arriba pa´abajo, al revés y al derecho, y nosotros como jugadores nunca cambiamos. Cada uno con su genio, cada uno con su carácter, con sus puntos positivos, negativos.

-Su salida de Colo Colo, en 2020, me imagino que no fue la que soñaba, incluso peleando el descenso.

Yo venía de Mazatlán. Fui a Morelia, vino el Covid, vendieron el club, nos fuimos a Mazatlán, no teníamos donde entrenar, un desastre ese proceso y vengo de vacaciones a Chile. Llevaba dos meses sin hacer nada, sin jugar ni entrenar. Esas ganas, ese cariño de volver a Colo Colo, de tratar de ayudar desde lo mío, me llevaron a decir "voy", sabiendo las dificultades por las que iba a atravesar, fui igual. Ahí cometí un error: venir de dos meses inactivo y después, en 15 días empezar a jugar; no existe. Me fue como me fue. No jugué nada. Tuve una lesión rebelde en el sóleo, complicadísima, no alcancé a recuperarme. Pensaba jugar lo más posible, ayudar a Colo Colo y tratar de no llegar a la situación a la que llegamos. Nos salvamos, no fue una buena vuelta. Y yo siempre fui crítico a las decisiones que tomaron Aníbal Mosa y Harold (Mayne-Nicholls) cuando vino el Covid, que pusieron a los jugadores en el seguro de cesantía.

Eso fue una traición de parte de Mosa y Harold para con los jugadores, porque no lo hizo nadie.

-¿Eso fue el punto de inflexión, que los llevó a pelear por no descender?

Sin duda. Yo hablaba con los jugadores y me decían que no podían entrenar en ningún lado por cuenta propia, los preparadores físicos tampoco podían mandarles indicaciones porque todo les jugaba en contra.

Y si recibían instrucciones del cuerpo técnico, ellos corrían el riesgo de que ni siquiera les respondiera el seguro de cesantía. Eso fue la detonante. Por eso la consideré y la consideraré siempre una traición de parte de Aníbal, porque él siempre fue un presidente presente, que entendía el lado del jugador, viajaba con nosotros a todos lados. Cuando entra (Gabriel) Ruiz-Tagle, él (Mosa) seguía yendo porque sentía que era parte de ese Colo Colo que estaba jugando la Copa Libertadores, él sentía que había formado ese grupo. Entonces, para que después hiciera lo que hizo… Desde ahí mi relación no fue la misma con Aníbal, pero sigo considerando que cuando quiere y no se deja influenciar, es un buen elemento para la institución.

-Su carrera tuvo hitos, pero uno de los más llamativos fue la expulsión en el clásico frente a Universidad Católica en 2006, cuando Rubén Selman le mostró una segunda amarilla al ir a hablar a la cámara.

Una vez me entrevistaron de Fox Sport Radio y él estaba. Yo dije que él me había expulsado sin saber por qué me estaba expulsando. Él me dijo que me expulsó porque aplaudí. Él me pone la amarilla -y en la imagen se ve como que hago así (junta las manos)- pero no porque lo aplaudiera a él, tampoco aplaudí porque me pusiera amarilla. Fue una reacción normal, como “mira lo que está cobrando” y previamente me había dicho que me iba a echar. Previo a la amarilla me dice “a vo’h te voy a echar”. Entonces me pone la amarilla y dije “ya, listo, éste me va a echar”. Ahí corro a la cámara y digo “Selman dijo que me va a echar”. Hasta ese minuto no sabía qué había pasado, hasta que el cuarto árbitro le dice “dijo tal cosa”, pero no era un argumento para que me pusiera la roja. Ahí se generó la polémica, en un clásico, el estadio lleno, calor. Él no entendía por qué me había echado, pero igual me echó. Yo era joven y no tenía buena relación con los árbitros. Nada de lo que cobraban los árbitros yo lo aceptaba.

La visión de Valdivia. Un jugador que nunca pasó inadvertido.