El flautista de Hamelin

Si bien la Concertación murió por filicidio, la lógica de centroizquierda da señas de haber sobrevivido. Pero más en la sociedad que en directivas partidarias. No basta proclamarse de “centroizquierda” para serlo. Les resumiré la lógica de centroizquierda. a) Valoración de la democracia sin apellidos; b) lucha contra desigualdades y pobreza, convencidos que es su requisito, crecimiento económico y una economía abierta de mercado, regulada estatalmente; c) convicción de que los cambios graduales son los únicos reales y perdurables, compatibles además con una alianza de centro e izquierda que permita sumar mayorías; d) seguridad para cada aliado, que será considerado y respetado en su sensibilidad; e) entender que la democracia, para hacerse fuerte, exige acuerdos entre los representantes de una “polis” diversa; f) practicar políticas públicas serias y sólidas, no improvisaciones, vaguedades enardecidas o pataletas de niño consentido.

Cuando todo se desmoronó, la centroizquierda siguió latiendo débilmente en gente dispersa. Pero la ayudó un actor orgánico que no se rindió a invocaciones reminiscentes de una “centroizquierda” que ya no encarnan; que se resistió a la orden perentoria de ser una sola oposición con el Frente Amplio, de igual talante impositivo que la Nueva Mayoría; que decidió estudiar en su mérito las políticas públicas sometidas a su juicio, con responsabilidad de colegislador. Esa fue la DC. Por cierto, no sin contradicciones internas propias de los tiempos. Actuó como refugio de la lógica de centroizquierda. Y no le ha ido mal en las encuestas, ni en su sintonía con la clase media.

Pero ya no es solo la DC. Reaparece en todo el arco opositor lo dado por muerto. Políticos y profesionales prestigiados que aportan ideas nuevas y potentes a la discusión de reformas anheladas por la gente.

Exministros, dirigentes y figuras de otros partidos de la ex Nueva Mayoría que llaman a legislar sobre ellas, no necesariamente a apoyar las reformas del gobierno. Piden legislar para los chilenos.

Sin embargo, la semana pasada se dio una vuelta de tuerca mayor.

Mientras diputados DC, PR e independientes, sumaron votos para aprobar legislar una reforma previsional anhelada, las bancadas del FA, PC, PS y PPD despreciaron ese sentir ciudadano y rechazaron hacerlo.

Recordé al flautista de Hamelin. Cuando el flautín del Frente Amplio entona “No más TPP” o “No+AFP”, las bancadas PPD y PS marchan dóciles tras él, renegando y pidiendo perdón por casi 30 años aprobando tratados de libre comercio y reformas graduales a las AFP que van corrigiendo fallas, pero respetan sus aportes valorados en el mundo entero. Queda claro. No existe en ellos la lógica de centroizquierda que alguna vez inspiró a sus partidos. Ésta vive en otros y en la sociedad, pero no en esas bancadas. Sabemos quien toca el flautín que los hechiza fijando rumbo.